Jamás le he dicho al agua lo que siento.
Cuando la lluvia cae sobre el mar,
me entran enormes ganas de abrazar,
mis lágrimas de triste sentimiento.
Jamás le he dicho al fuego lo que intento.
Cada vez que un volcán me empieza a hablar,
me acerco al él lentamente sin mirar
de mi vida el pasado tan violento.
Le redacto así al viento mi suicidio.
No podía seguir viviendo así,
con tantas puñaladas en mi amor.
Bajo tierra descanso sin martirio.
Es posible que sea horrible el fin,
pero mi subsistencia era peor.
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