Queridos lectores: Es posible que este pequeño texto no trate demasiado de naturaleza, pero es un sentimiento que tengo que plasmar.
Como he dicho en mi perfil, me encanta la música clásica, pero ninguna como la música de Richard Clayderman. Los últimos poemas que he escrito han sido gracias a sus estupendas composiciones, como “Fragile Heart” o “A comme Amour”. Gracias a ellas, consigo imaginarme cosas que me inspiran, que me transportan a mundos diferentes. Cada vez que oigo su música, me imagino a un río cristalino viajando a través de un bosque esbelto y lleno de luz, me imagino a una montaña despertándose de la larga y fría noche, me imagino el viaje de una estrella fugaz desde el espacio hasta la Tierra, …
Todos los cuentos, los poemas o los relatos que he escrito en este blog han sido gracias a la fuerza de la música. Pero, por supuesto, hay personas que me han ayudado a ser tal y cómo soy hoy. Pero los que me animaron a escribir fueron nada más y nada menos que dos profesores. A los 11 años escribí un pequeño cuento. Por supuesto, antes me encantaba leerlo, pero con el paso de los años me di cuenta de que era una historia sin pies ni cabeza, que no tenía sentimientos, ni imaginación. No volví a escribir después de ese cuento, hasta que en tercero, mi profesora de Lengua, nos mandó hacer una redacción. La mía se encuentra en este blog, el primer texto que me gustó: “La amapola de dos pétalos”. Desde entonces, empecé a escribir un libro, al que aún no he puesto título y, más adelante, hice este blog.
Así termino este texto, dando las gracias a mis padres (que los quiero mucho), a mis profesores, a todos mis amigos, que me apoyan y me quieren por cómo soy; a la naturaleza por ser tal y cómo es; y a la música que me ayudado en mi inspiración; y termino este texto escuchando las últimas notas de la composición “Fragile Heart”.
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